La discusión sobre dolarización de la economía argentina, que se inició en los ‘90 con el gobierno de Carlos Menem, luego se volvió a poner en agenda en 2018 y 2019 cuando me tocó organizar dos grandes debates en la Universidad del CEMA, continúa actualmente con más fuerza en el medio de la campaña electoral, dado el desastre monetario que viene haciendo el Gobierno.
El debate debería dividirse en dos partes. La conveniencia de dolarizar y si hoy es posible hacerlo. En rigor, el argentino está mentalmente dolarizado luego de haber vivido períodos de alta inflación, mega inflación e hiperinflación y ahora volver a tener una tasa de inflación de 3 dígitos anuales.
De ahí que el peso dejó de ser moneda hace tiempo, porque casi nadie lo toma como reserva de valor y va perdiendo la función de pago en las grandes transacciones, principalmente inmobiliarias y compraventa de autos usados.
El peso dejó de ser moneda hace tiempo, porque casi nadie lo toma como reserva de valor y va perdiendo la función de pago en las grandes transacciones
Tampoco es muy creíble la idea de que con una nueva Ley de Carta Orgánica del BCRA que le independencia del Poder Ejecutivo Nacional, vaya a generar credibilidad. En Argentina es común que los gobiernos populistas sean los primeros en violar las leyes que ellos deberían hacer respetar.
Ya se violó esa independencia en otras oportunidades. Se eliminó de un plumazo la Ley de Convertibilidad sin un plan económico consistente detrás e hizo un verdadero desastre macro y microeconómico. Previamente se había violado la Ley de Intangibilidad de los Depósitos. Y el listado sigue.
En definitiva, en Argentina las leyes son solo referencias sin importancia para la mayoría de los gobiernos, no algo que deban cumplir y hacer cumplir. De manera que pretender generar confianza en un Banco Central independiente por una simple ley, no parece viable, al menos por el momento.
El otro punto para resaltar es que la dolarización implicaría cerrar una fuente de financiamiento al Tesoro Nacional, lo cual limitaría, pero no solucionaría el aumento del gasto público. Es una restricción que se le agrega al populismo o, si se quiere ver de otra manera, es una herramienta menos que tienen los gobierno para hacer “planes platita”.
Jorge Ávila, uno de los que hace tiempo viene trabajando sobre tema, siempre resalta que anclar la Argentina a las instituciones internacionales es una buena opción para que el país empiece a tener seriedad institucional y una de esas instituciones es el sistema monetario.
En lo conceptual parece no haber muchas dudas que hoy la Argentina no está en capacidad de tener una moneda creíble.
Pero el otro aspecto a debatir es cómo dolarizar la economía considerando que el BCRA no tiene reservas de libre disponibilidad para rescatar el circulante, no la base monetaria, solo los pesos en manos del público, y qué hacer con los pasivo, en particular las Leliq, Pases Netos, etc. Puesto en otras palabras, una cosa es plantear la conveniencia de la dolarización y otra muy distinta es poder implementarla.
Se toma como ejemplo el caso de Ecuador. Lo que no se dice es que cuando ese país dolarizó tenía suficientes reservas el Banco Central para rescatar el circulante sin necesidad de pedirle al Tesoro de los EEUU que le preste dólares para rescatar el circulante. Y tampoco tenía el grado de endeudamiento que tiene el BCRA vía Leliq, que ya es equivalente a dos bases monetarias.
Cuando Ecuador dolarizó tenía suficientes reservas el Banco Central para rescatar el circulante sin necesidad de pedirle al Tesoro de los EEUU que le preste dólares
Aquí viene el punto, la dolarización que podría ser una buena salida para el problema monetario que tiene Argentina, se la está vendiendo como que alguien llega al gobierno y al otro día cierra el BCRA y dolariza. O que, a través de una serie de cálculos financieros, se puede afirmar que hay activos en el BCRA, que son las Letras Intransferibles y los Adelantos Transitorios a la Tesorería General de la Nación, que permiten cancelar los pasivos remunerados.
Lo que se nota es que los que quieren dolarizar de inmediato, empiezan a dar marcha atrás en la medida que se formulan preguntas concretas sobre cómo harían para dolarizar. En otros términos, comienzan a esgrimir argumentos confusos y contradictorios que muestran cierto grado de voluntarismo.
Aun suponiendo que mañana asuma un gobierno que genera gran confianza, gana con amplia mayoría las elecciones y tiene a los mejores economistas y el mejor plan, las preguntas son: ¿De dónde salen los dólares para rescatar el circulante? y ¿Con qué activos se cancelan los pasivos remunerados del BCRA?
Al respecto se ha llegado a argumentar que la gente tiene suficientes dólares bajo el colchón para dolarizar la economía. Eso es cierto, pero esos dólares son de la gente, no del BCRA y el que necesita los dólares para rescatar el circulante es el ente monetario. Salvo que se esté pensando en confiscar los dólares que tienen la gente, sería una forma bastante contradictoria de generar confianza.
Tomar las Letras Intransferibles y los Adelantos Transitorios al Tesoro como grandes activos que a valor actual suman USD 30.000 millones implica suponer que el valor de toda la deuda del Gobierno con el BCRA no bajará de precio al aumentar la oferta de bonos que se colocan en el mercado. Mandar al mercado en un solo movimiento un 10% de deuda adicional y suponer que no baja el valor de esos activos es un supuesto poco sostenible.
Por otro lado, por más que se genere mucha confianza, el BCRA tendría que expandir la base monetaria (aumentar su pasivo) para comprar dólares en el mercado para luego dolarizar, salvo que mágicamente aparezca divisas de algún lado.
Y por más que un nuevo gobierno genere mucha credibilidad, luce como un supuesto muy fuerte afirmar que va a emitir para comprar dólares en el mercado y la demanda de moneda no va a caer o, incluso a aumentar. Nuevamente, cambia el valor del circulante a rescatar y las cuentas que hoy se hacen pierden valor.
Por más que un nuevo gobierno genere mucha credibilidad, luce como un supuesto muy fuerte afirmar que va a emitir para comprar dólares en el mercado y la demanda de moneda no va a caer
Es fácil vender que se puede llegar al gobierno y al otro día cerrar el BCRA, dolarizar y resolver mágicamente todos los problemas. Eso es una propuesta populista que puede venderse muy bien electoralmente, pero no tiene el más mínimo sustento de seriedad de técnica económica.
Es vender humo como cualquier otro populista. O decir que en 6 meses se puede dolarizar la economía. Son afirmaciones propias de los irresponsables populistas y de gente que carece de los conocimientos básicos de moneda y de contabilidad.
Frente a esta realidad, lo que se puede hacer, dentro de un plan económico consistente y con fuerte respaldo político, es quitarle el curso forzoso al peso y que la gente opere en la moneda que desea. En ese caso es probable que la economía se dolarice de hecho, pero sin que se cierre, al menos inicialmente, el BCRA.
En síntesis, no está en discusión los beneficios que podría tener una dolarización o, mejor dicho, una competencia de monedas. Lo que está en debate es la seriedad de las propuestas que se formulan alegremente sin tener reservas para rescatar el circulante y los cálculos insólitos que se hacen sobre el valor de los activos del BCRA para rescatar las Leliq.
Tanto quieren forzar la dolarización como la pócima mágica, que torturan los números del BCRA hasta que confiesen que alcanzan para dolarizar. La Argentina está en una situación crítica desde el punto de vista económico y la herencia que se recibirá el próximo gobierno será catastrófica. Si ganan las posturas populistas de “yo tengo la solución mágica dolarizando”, puede llevar el país a un desastre económico de dimensiones insospechadas.
Si se quiere solucionar en serio problema económico del país, hay que tratar los temas con seriedad y aceptar las limitaciones que imponen la realidad para poder avanzar con ciertas medidas para la estabilización de los precios.
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