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Jasikevicius, ante su última oportunidad en el Barcelona: ganar la Euroliga a la tercera o quedar sentenciado

Sarunas Jasikevicius en un partido al frente del Barça (Euroleague)
Sarunas Jasikevicius en un partido al frente del Barça (Euroleague)

La vuelta a casa siempre suele ser sinónimo de alegría, porque allí se está como en ningún sitio. Es la primera zona de confort que conocemos y no deja de acompañarnos a lo largo de nuestras vidas: aunque tengamos que abandonar el hogar en algún momento, su puerta nunca dejará de estar abierta para nosotros. Sarunas Jasikevicius vive uno de esos regresos este fin de semana en Kaunas, pero la estancia en su ciudad natal será de todo menos de placer. El plebiscito al que se enfrenta como entrenador del Barça en esta Final Four de la Euroliga le impone una concentración máxima, con una tesitura muy complicada: vencer o morir.

La tercera presencia consecutiva del conjunto azulgrana en la cita decisiva del baloncesto de clubes europeo (se ha igualado la mejor racha histórica del equipo) resultará el mayor examen de la era Jasikevicius para el propio interesado. El entrenador lituano termina contrato en verano de 2023 y es precisamente su empleo lo máximo que está en juego para el Barcelona en estos momentos, porque va de la mano misma de la Copa de Europa. Ganar es la única opción posible tanto el viernes ante el Real Madrid en semifinales como en una hipotética final de la Euroliga contra Olympiacos o Mónaco.

Si el Barça y Jasikevicius son campeones de Europa, la renovación del técnico azulgrana es automática. Si llega una derrota antes o después, la continuidad de Saras en la Ciudad Condal será prácticamente insostenible. Ocurra lo que ocurra en la ACB, una tercera tentativa fallida en el escenario europeo apunta a provocar una herida demasiado profunda como para cerrarse en apenas un mes. La reválida llega en el que puede ser el punto de mayor madurez deportiva del proyecto iniciado en 2020, pero toca ratificar esas sensaciones a la hora de la verdad.

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El Barça de Jasikevicius ya ha pasado por las dos fases del duelo existentes en toda Final Four que se precie. Primero, la más hiriente: llegar hasta la final de la Euroliga y perderla. Ocurrió en 2021, cuando los culés lideraron la temporada regular (24-10 de récord) para sobrevivir en playoffs al Zenit de Xavi Pascual (hasta cinco partidos), derrotar a Milán in extremis en semifinales (84-82)… y caer, en otro final apretado, contra Efes (86-81). La maldición del campeón de la liguilla volvía a hacer estragos para dejar sin uno de sus pocos logros pendientes a Pau Gasol antes de que se produjese su retirada.

Lo sucedido en Colonia (Alemania) no pudo repararse en Belgrado en 2022, cuando quedar primero antes de los cruces volvió a ser sinónimo de debacle. De hecho, el curso europeo del Barça terminó aún peor que el anterior. A un nuevo liderato en la fase de todos contra todos (21-7) le siguió otro paso exitoso por los playoffs, aunque de nuevo elevando el suspense hasta la máxima expresión: hubo que llegar al quinto partido frente al Bayern de Múnich. Aun así, las posibilidades de triunfo en la Final Four se esfumaron a las primeras de cambio contra el Real Madrid. Los blancos supieron sobreponerse al favoritismo blaugrana y lograron remontar en la segunda parte (83-86). De nada sirvió la gran actuación de Nikola Mirotic (MVP de la pasada Euroliga) y, por supuesto, ganar el ‘oportuno’ partido por el tercer y cuarto puesto no sirvió para ahogar las penas.

Jasikevicius protesta en la Final Four de 2022 (REUTERS/Marko Djurica)
Jasikevicius protesta en la Final Four de 2022 (REUTERS/Marko Djurica)

Las competiciones domésticas sí fueron suficiente consuelo en 2021, cuando el Barça se quedó a un paso del triplete tras ganar la ACB y la Copa del Rey. No ocurrió lo mismo en 2022, cuando sólo se levantó la Copa y el final de curso tanto en Europa como en casa, cediendo el título liguero de nuevo con el Madrid de por medio y con contundencia (1-3), dejó muy tocado al equipo. De ahí el lavado de cara del pasado verano. Sin traducción en trofeos por el momento, pero con un rendimiento de menos a más esperanzador de cara al tramo decisivo del año.

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La zozobra hizo su mayor aparición en escena en febrero, gracias a la eliminación en los cuartos de final coperos ante Unicaja: el Barça perdió en la prórroga (87-89) un partido que llegó a tener ganado. Más allá de ese momento dubitativo y algunos tropiezos ligueros, la solidez ha imperado cuando más debía hacerlo. Segundos tras las 34 jornadas ligueras europeas, los culés fueron el único equipo de los playoffs de la Euroliga que resolvió su eliminatoria por la vía rápida: endosaron un 3-0 a Zalgiris. Además, aseguraron el primer puesto en la liga regular de la ACB justo antes de la Final Four.

El momento es dulce no sólo en lo colectivo, sino también al personalizar. Los checos Tomas Satoransky y Jan Vesely están reivindicando con determinación su fichaje en el último periodo estival, uno en el puesto de base y otro en el juego interior. Rokas Jokubaitis, compatriota de Saras, viene de hacerlo muy bien en cuartos. Nicolás Laprovittola y Mirotic mantienen su gran nivel previo e incluso lo superan. Álex Abrines vuelve a sentirse importante. En definitiva, el evento más importante de la temporada aparece en el camino en un momento teóricamente muy propicio para muchos de los componentes de este Barça.

Jasikevicius ha alcanzado la Final Four con el Barça las tres últimas temporadas (Euroleague)
Jasikevicius ha alcanzado la Final Four con el Barça las tres últimas temporadas (Euroleague)

Pero es la práctica la que hará prevalecer a uno u otro contendiente en el quinto Clásico europeo de Final Four. Los precedentes son muy negativos para el Barça en este tipo de encuentro (3-1 favorable al Real Madrid) y el fantasma de las ventajas que se diluyen cual azucarillos está ahí. Por otro lado, el fondo de armario azulgrana es superior al de los blancos sobre el papel, pese a que se echará de menos a Cory Higgins. Un recién llegado como Nikola Kalinic puede aportar también su granito de arena para que la historia sea diferente en esta ocasión.

Es lo que más anhela un Jasikevicius que en el banquillo rival ve las mismas urgencias que él tiene en la figura de Chus Mateo. Puede que algo suavizadas tras la gesta contra el Partizan, pero con su cierta vigencia. Ninguno de los dos sabe si volverá el curso que viene, pero la caída sería más dolorosa en el caso de Saras: aterrizó en Barcelona con la vitola de gran salvador de la canasta azulgrana y aún podría irse sin haber marcado la época soñada por todos. Para él, mayo es la última oportunidad: no habrá más septiembres para recuperar el tiempo perdido.

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