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Grupo Libertad y Democracia: se fortalece la centroderecha iberoamericana que rivaliza con el Grupo de Puebla

El encuentro de marzo pasado, donde se puso en marcha el Grupo Libertad y Democracia que rivaliza el Grupo de Puebla.

Ex presidentes de Iberoamérica que integran el Grupo Libertad y Democracia (GLyD), el polo de la derecha democrática regional que rivaliza con el izquierdista Grupo de Puebla, volverán a reunirse el próximo lunes para analizar los últimos acontecimientos políticos y las líneas de acción previstas para frenar el avance del populismo en América Latina y España.

El encuentro será encabezado por los ex jefes de Estado Sebastián Piñera (Chile), Mauricio Macri (Argentina) e Iván Duque (Colombia), que lideran el foro. La Fundación Internacional para la Libertad (FIL) organizó la reunión -que se hará con formato online- para intercambiar experiencias sobre los desafíos que enfrentan los integrantes del grupo.

La convocatoria que hicieron por FIL el peruano Álvaro Vargas Llosa y el argentino Gerardo Bongiovanni se da en un momento clave: tanto Argentina como España enfrentan elecciones donde la centroderecha tiene fuertes chances de volver al gobierno. Con gestiones de resultados entre dispares y mediocres, el kirchnerismo del Frente de Todos y el socialismo del PSOE tienen altas chances de ser derrotados.

Además, de los tres mencionados, en el Grupo Libertad y Democracia participan los ex mandatarios Mariano Rajoy (España), Felipe Calderón y Vicente Fox (México), Andrés Pastrana (Colombia), Mario Abdo Benítez (Paraguay), Luis Abinader (República Dominicana), Rafael Ángel Calderón y MIguel Ángel Rodríguez (Costa Rica), Guillermo Lasso y Osvaldo Hurtado Larreta (Ecuador), Mireya Moscoso (Panamá) y Jorge “Tuto” Quiroga y Jeanine Añez (Bolivia).

El encuentro que puso en marcha el Grupo Libertad y Democracia.
El encuentro que puso en marcha el Grupo Libertad y Democracia.

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Con la decisión de consolidar este polo de acción y coordinación de partidos y movimientos políticos, la derecha democrática decidió frenar el avance de sectores de izquierda y progresistas que en los últimos años se convirtieron en mayoritarios. En México, con Andrés Manuel López Obrador; Brasil, con Luiz Inacio Lula Da Silva; Gustavo Petro, en Colombia; Gabriel Boric, en Chile; y Alberto Fernández y Cristina Kirchner, en Argentina.

Pero se trata de gobiernos que, cada uno a su medida y con sus particularidades, enfrentan momentos de altísima inestabilidad, tanto por el impacto de imponderables como la pandemia y las consecuencias de la guerra de Rusia contra Ucrania, como así también por administraciones que no encontraron soluciones eficaces para preservar el deterioro del nivel de vida de sus ciudadanos.

De hecho, a fines de marzo, ex presidentes, líderes políticos y dirigentes sociales del Grupo de Puebla -que rivaliza de manera explícita con la derecha democrática iberoamericana- se reunieron en Buenos Aires en un encuentro donde discutieron las delicadas coyunturas que enfrenta cada uno, y apuntaron como responsables de ese retroceso a los “poderes fácticos”, al lawfare o a empresarios inescrupulosos.

En marzo pasado se reunió en Buenos Aires el Grupo de Pueblo, donde Cristina Kirchner tuvo una participación destacada.
En marzo pasado se reunió en Buenos Aires el Grupo de Pueblo, donde Cristina Kirchner tuvo una participación destacada.

En esa oportunidad, la vicepresidenta Cristina Kirchner fue la oradora central, que utilizó el foro convocado por los derechos humanos y con la presencia de los ex presidentes y líderes del Grupo de Puebla para exponer la persecución judicial a la que, dijo, estar siendo sometida. A ese argumento echó mano para anunciar que no sería candidata.

En el panel de esa noche donde estuvo CFK denunciando ser víctima de una proscripción, también habló el ex presidente ecuatoriano Rafael Correa, principal impulsor de la embestida contra el actual mandatario, Guillermo Lasso, que lo dejó al borde del juicio político y lo obligó a llamar a elecciones generales. La última declaración del Grupo Libertad y Democracia fue para expresar que “apoya esta decisión del presidente ecuatoriano. Primero, porque se enmarca dentro de las atribuciones que la Constitución le otorga. Y segundo, porque permite una salida democrática a la grave crisis política y de conmoción interna que vive el Ecuador”.

En las elecciones de España, donde el Partido Popular tiene chances de vencer al PSOE, y en las de Argentina, donde la coalición de Juntos por el Cambio está en condiciones de derrotar el kirchnerista Frente de Todos; en Ecuador, en Colombia y en Chile es donde se da con mayor nitidez el choque de dos formas de administrar la cosa pública, de entender la política y de vincularse con sus respectivas instituciones.

Macri -que ayer estuvo en el acto de lanzamiento de Andrés Ibarra, su candidato a la presidencia del club Boca Juniors- se expresó sobre la coyuntura política de la Argentina y el proceso electoral en marcha. El líder del PRO pronosticó “la decadencia definitiva del populismo en la Argentina” y aseguró que “se ha caído el telón y quedaron en evidencia todas sus mentiras”.

“Este gobierno multiplicó por 11 la deuda del Banco Central, triplicó la inflación, en julio del 19 teníamos un dólar a 42 pesos y hoy estamos llegando a $ 500. En julio estaba lleno el Banco Central de reservas y hoy estamos en reservas negativas y aislados o distanciados del mundo. Todas estas mentiras que ha sostenido el populismo durante todos estos años no construían una mejor Argentina”, afirmó.

Mauricio Macri junto a Andrés Ibarra, candidato a presidente de Boca Juniors
Mauricio Macri junto a Andrés Ibarra, candidato a presidente de Boca Juniors

Fueron definiciones que pueden adaptarse no sólo a la Argentina, sino a encrucijadas que comparten varios países de América Latina.

Para el ex presidente, “la Argentina necesita un shock de orden, donde se respete la ley y la Constitución, como mecanismo, como un puente hacia lograr inversiones que generen empleo, que se genera cuando hay un sistema institucional que se fortalece”. Y condenó lo que definió como “un caudillismo agravado que tiene el país”.

Para Macri, “nunca nos abrazamos a respetar la reglas y una Constitución maravillosa que tenemos. Esto nos ha hecho imprevisibles”, pero “falta poco para que nos saquemos de encima el populismo definitivamente y nos abracemos al trabajo en conjunto y a creer en nuestras capacidades y en el esfuerzo personal y no en soluciones mágicas del Estado. El Estado a los únicos que salvó es a los que están en el Estado y son amigos de los políticos. A los que trabajan se los abandonó al narcotráfico y la inflación”.

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