Como en Salta, La Pampa y San Juan, hoy, a partir de las 8 le tocará ir al cuarto oscuro al sur más extremo del país, donde las temperaturas del otoño electoral rondan los tres grados. Desde las 8 quedarán habilitadas las urnas en las tres ciudades de Tierra del Fuego -Ushuaia, Río Grande y Tolhuin-, que eligen gobernador, intendentes, legisladores y concejales en unas elecciones que aparecen cantadas a favor de un oficialismo que logró fórmulas de amplia unidad, entre un sector de la UCR, el PJ y el Movimiento Popular Fueguino, frente a una oposición partida que se disputa el segundo puesto.
El gobernador radical K de Concertación Forja, Gustavo Melella, y los jefes municipales de La Cámpora en Ushuaia, Martín Vuoto, y en Río Grande, Martín Pérez, barrieron debajo de la alfombra, hasta nuevo aviso, las rispideces que los enfrentaron durante los últimos cuatro años, y forzaron una tregua para asegurarse sus reelecciones. Todas las encuestas los dan ganadores frente a los dos sellos entre los que se desintegrará el voto opositor: Juntos por el Cambio, liderado por el histórico dirigente local de la UCR, Pablo Blanco y Federico Frigerio; y el Pro, comandado por otro viejo lobo fueguino, Héctor “Tito” Stefani junto a un ex funcionario de Melella, Paulino Rossi.
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Según las proyecciones, durante los próximos cuatro años poco cambiará para los fueguinos, que se inclinarían mayoritariamente por mantener el status quo. Además de ser reelecto, Melella mantendría el control sobre la Legislatura, donde prácticamente la totalidad de legisladores acompaña los proyectos del Ejecutivo en un delicado equilibrio mantenido por los cargos y los favores políticos. Dos veces intendente de Río Grande, y con su primer mandato por cumplirse, se prepara para afianzarse con un sistema de transversalidad al frente de la provincia más austral del país, y ya avisó que su plan para el próximo período es reformar la Constitución.
Lo dijo en una entrevista con un medio local, en plena polémica en el Norte por el fallo de la Corte Suprema que suspendió, cinco días antes, los comicios para gobernador y vice en Tucumán y San Juan, donde Juan Manzur y Sergio Uñac buscan perpetuarse en el poder. Pero en el entorno de “el profe”, como llaman a Melella en estas tierras, juran que no tiene ninguna intención de habilitarse la re-reelección para 2027. En cambio, aseguran, busca mejorar aspectos prácticos de la vida política y económica de la provincia, como los tiempos para la aprobación y ejecución de obra pública y el sistema de votación. En la oposición desconfían.
La versión local de Juntos por el Cambio es diametralmente opuesta del mega frente que logró conformar Melella. Está atravesada por un enfrentamiento político y personal entre sus dirigentes, que no lograron ponerse de acuerdo para competir unidos y se acusan mutuamente del mismo pecado: favorecer al oficialismo.
En las figuras de Blanco y Stefani, más allá de su larga y entreverada historia de cruces por temas locales, se refleja, con particularidades, la interna nacional. El primero tiene el apoyo de la presidenciable y titular de Pro, Patricia Bullrich; de la ex gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal; y del jefe de la UCR, otro aspirante al sillón de Rivadavia, Gerardo Morales. El segundo es apadrinado por el alcalde porteño, Horacio Rodríguez Larreta, que también se perfila como candidato para la Casa Rosada en las PASO del 13 de agosto.
Cada uno de los líderes de JxC mencionados viajaron los 3500 kilómetros que separan a Tierra del Fuego de la capital federal, por separado, para tomarse fotos con sus respectivos protegidos políticos y publicarlas en Twitter. La provincia representa un porcentaje escasísimo del padrón nacional, y la oposición tiene pocas chances de imponerse para los cargos ejecutivos. Pero los referentes nacionales apuestan al mediano y largo plazo en un distrito portuario y uno de los puntos más cercanos a la antártida, que interesa sobremanera a Estados Unidos y a China por su ubicación en el mapa geopolítico.
El escenario aparece aún más complicado para radicales y macristas por el afianzamiento, lento pero sostenido, de la versión local de la extrema derecha de Javier Milei, representada aquí por la pastora evangélica, Andrea Almirón de Pauli, líder de la longeva iglesia “Hay vida en Jesús” y militante contra el aborto legal. En abril, el líder de La Libertad Avanza desembarcó en esta ciudad y la acompañó en una caminata por el centro, donde terminaron rodeados de decenas de jóvenes que se empujaban para tomarse fotos con el recién llegado. Una de las pocas dudas para estos previsibles comicios es sobre el porcentaje que se les escurrirá de las manos al Pro y la UCR no melellista por la vía libertaria.
A diferencia de los opositores, ningún dirigente nacional se trasladó a visitar a Melella o a los intendentes ultra k durante la campaña. Cada uno a su forma, todos avisaron desde el año pasado a los centros gravitacionales del poder nacional oficialista que buscarían resguardar sus abultados capitales políticos de la interferencia, posiblemente dañina, de los líderes “de Buenos Aires”. Y así lo hicieron. Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa, los fundadores del Frente de Todos, que registran altos porcentajes de imagen negativa, están absolutamente ausentes de la cartelería proselitista en las tres ciudades que, si bien escasa, se enfoca en los referentes municipales o provinciales.
Melella, sin embargo, tiene su preferencia en el esquema de poder nacional. Aún no se expidió a favor de ninguno de los presidenciables del FDT, que todavía no dijeron con claridad si van a competir. Pero sus colaboradores deslizan que tiene mejor sintonía con Massa, con quien afianzó relaciones durante su mandato como presidente de la Cámara de Diputados, con un intercambio cuidadosamente negociado de votos por obras, en épocas donde, dicen en la provincia, el ministerio de Obras Públicas desembolsaba fondos para los municipios kirchneristas en desmedro de la jurisdicción nacional.
La Cámpora, que nunga logró demasiadas intendencias más allá de los límites del conurbano, pisa fuerte en las dos principales ciudades, Río Grande y Ushuaia. Esa presencia, muy valorada por los dirigentes nacionales k, explica la reticencia de Cristina Kirchner para abrazar sin tapujos a Melella, a pesar de que en 2014 “el curita” se declaró abiertamente kirchnerista en su alianza con Forja, el partido del entonces subsecretario de la Presidencia, Gustavo López que lo ayudó a lograr la reelección como jefe municipal del distrito más poblado de la provincia, para luego dar el salto a la gobernación. “Es lógico que quieran privilegiar a los propios puros. Su problema es que la gestión que tienen no le pisa los talones a Gustavo”, razonó un funcionario provincial en un conocido café del centro de Río Grande en la previa de la elección.
Hay quienes auguran que la alianza entre radicales k y camporistas para esta elección se romperá al día siguiente de la votación. Los alfiles fueguinos de Máximo Kirchner tienen sus propias aspiraciones provinciales. Y en 2027, a ambos se les acaban las chances de reelegir. Su próximo paso lógico es el sillón que hoy ocupa Melella.
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