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Los socialistas lusos cumplen 50 años con una mayoría absoluta envenenada

Paula Fernández

Lisboa, 15 abr. El Partido Socialista (PS) portugués cumple medio siglo con buena salud, indemne a las crisis que castigaron al socialismo en Europa y en medio de la mayoría absoluta más amplia de su historia, que, paradójicamente, se ha convertido en un caramelo envenenado.

El 19 de abril de 1973, la ciudad alemana de Bad Münstereifel asistió al nacimiento del PS, fundado por un grupo de republicanos, sobre todo de clase media, que se oponían a la dictadura que todavía gobernaba Portugal y entre los que destacaba un joven Mário Soares.

Actor clave de la transición, se convirtió enseguida en el “típico partido socialista de la socialdemocracia europea”, explica a EFE el politólogo António Costa Pinto, que lo define como “europeísta” y de centroizquierda, capaz también de captar votos más a su derecha.

Los socialistas portugueses nunca tuvieron una relación fuerte con el movimiento obrero, más representado históricamente por los comunistas, con quienes trazaron una línea roja durante décadas que les complicó la labor de formar gobierno.

Pero eso no ha impedido al PS ser durante casi medio siglo un partido de masas, y desde su victoria en las primeras elecciones libres, en 1975, hasta la absoluta de 2022 hay décadas de historia.

MÁRIO SOARES, FIGURA CLAVE

Tras los comicios de 1975, para elegir a la Asamblea que elaboraría la Constitución, los socialistas volvieron a ganar en 1976 y formaron el primer gobierno democrático, liderado por Mário Soares.

Soares fue, sin duda, la figura más importante del partido.

“La historia de Mário Soares es historia del PS”, explica Costa Pinto, que recuerda que fue cofundador del partido, primer ministro (durante dos etapas en los 70 y los 80, una al frente de un inédito Bloque Central con la derecha) y presidente de Portugal.

“Había sido un antifascista, luchador contra la dictadura. Después muy rápidamente fue la bandera de la lucha por la democracia liberal”, relata.

MÁS GRANDES NOMBRES… Y SOMBRAS

Tras un periodo de gobiernos inestables en la joven democracia portuguesa y una década de dominio de la derecha, el PS volvió a gobernar entre 1995 y 2002, liderado por António Guterres, el actual secretario general de la ONU.

Y en 2005 regresó al poder de la mano de la figura con más sombras del partido: José Sócrates.

Sócrates consiguió la primera mayoría absoluta socialista, pero saldría a mitad de su segunda legislatura, en 2011, tras pedir el rescate en medio de la crisis.

Años después, protagonizó el mayor caso de corrupción de la historia democrática portuguesa y ahora está apartado del partido.

Después de la troika, con Gobierno conservador, llegó el turno de António Costa, que gobierna desde 2015.

“Costa también es ya una personalidad histórica del PS”, asegura a EFE la politóloga Paula Espírito Santo.

El actual líder ha sido el único en lograr un pacto con los partidos a su izquierda, especialmente los comunistas, en lo que se conoció como “geringonça”.

Años después, indemne frente a la crisis que sufren otros partidos socialistas europeos, se ha hecho con una mayoría absoluta más amplia que la de Sócrates.

Si cumple este mandato, hasta 2026, Costa conseguiría otro hito: sería el jefe de Gobierno más longevo de la historia de la democracia lusa.

REGALO ENVENENADO

Pero esta mayoría absoluta se ha convertido en un “regalo envenenado” para Costa, explica Espírito Santo.

“El PS llega a los 50 años en 2023 con mayoría absoluta pero al mismo tiempo con fragilidad”, avisa.

En su primer año de absoluta, el Gobierno de Costa ha sufrido una docena de dimisiones, muchas de ellas entre escándalos y procesos judiciales.

Han crecido la conflictividad social, las tensiones con el presidente, el conservador Marcelo Rebelo de Sousa, y los últimos sondeos han acusado este desgaste.

La falta de una alternativa fuerte en la derecha parecer ser uno de los factores que han hecho que, por ahora, Rebelo de Sousa no se plantee acabar con este Ejecutivo.

“La mayoría absoluta puede no ser sinónimo de permanencia o de durabilidad”, concluye Espírito Santo. EFE

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