A mediados de marzo el Sevilla se encontraba en la UCI, literalmente. La derrota en el Coliseum ante el Getafe, rival directo en aquel momento, dejó a los hispalenses a dos puntos del descenso. La situación se cobró el puesto de Jorge Sampaoli. El argentino, que ya había sustituido meses antes a Julen Lopetegui, era el segundo entrenador de la temporada. Nada había funcionado. A falta de dos meses para el final de curso, el escenario era altamente peligroso para un Sevilla que estaba inmerso en una pelea con la que no estaba acostumbrado a lidiar como es luchar por la salvación y con la eliminatoria de cuartos de Europa League ante el Manchester United en el horizonte.
Tan grave era entonces la situación que la competición europea, el torneo con el que más se identifica el club andaluz, campeón hasta en seis ocasiones, estaba en un absoluto segundo plano. La permanencia en Primera preocupaba de verdad. Todo era negro hasta que Monchi y Pepe Castro escogieron a José Luis Mendilibar, que estaba en el paro. El vasco cogió el equipo y agarró los dos objetivos con todas sus fuerzas. “Tenemos que ir partido a partido sin volvernos locos y a partir de ahí competir lo mejor posible, correr, pelear y demostrar que somos mejores que el rival para tratar de ganarle”, expresó en su primera comparecencia, en la que ya advirtió que pelearían por la Europa League. “El club en esa competición es el más grande y lo que no vamos a hacer es tirar el torneo. Se jugará contra un gran rival, pero seguro que ellos también respetan al Sevilla”.
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La llegada de Mendilibar revirtió por completo la situación del equipo andaluz. El vasco ha sabido cambiar la mentalidad de unos futbolistas que con Lopetegui y Sampaoli no mostraron el nivel que realmente poseen. La gestión del vestuario ha sido clave en la recuperación del club. Sus futbolistas demuestran sobre el terreno de juego una intensidad y fortaleza tanto ofensiva como defensiva nunca vista a lo largo de la temporada. Y las sensaciones se tradujeron rápido en resultados.
Desde que Mendilibar se hizo cargo del equipo, el Sevilla es el club más en forma de todo el campeonato. Y no lo dicen las buenas impresionas sobre el verde, sino los números. Nadie ha sumado más puntos (19) que la entidad andaluza. Ni siquiera el Barça campeón (17) y la versión mejorada del Atlético tras el Mundial (18) superan a los de Mendilibar.
Una mejora colectiva que ha sido potenciada por un progreso individual. El caso más palpable es el de Youssef En-Nesyri. El delantero marroquí es otro: presiona con mayor intensidad, estira al equipo, genera espacios y lo más importante en un atacante, marca goles. En 12 partidos con su nuevo técnico ha anotado seis tantos, mientras que en los 33 encuentros anteriores había firmado 12. Sus goles han dado vida al Sevilla, alejando al equipo del temido descenso y acercándolo incluso a los puestos europeos.
Y más allá de estabilizar la dramática situación que atravesaba el club en Liga, Mendilibar le ha conducido a una nueva final de Europa League, un hecho que parecía impensable a su llegada. El Sevilla se jugará ante la Roma de José Mourinho su séptimo título en dicha competición. Y es que lo suyo es un idilio absoluto, tanto que perdura hasta en las campañas más complicadas del club andaluz. Supera incluso cualquier tipo de inexperiencia, ya que Mendilibar se sentó en el banquillo de Old Trafford sin haber dirigido nunca un partido europeo
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Dejaron en el camino al Manchester United, uno de los grandes favoritos en invierno a llevarse el título, y en semifinales han vuelto a mandar a casa a otro de los cocos: la Juventus. Ni una derrota en los cuatro partidos previos a la final y una remontada ante los italianos en el Pizjuán para el recuerdo para llegar a la séptima final de Europa League de su historia. De mirar de cerca el descenso a volver a acariciar un título europeo. Una metamorfosis con el sello de Mendilibar.
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