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Es piloto de rally, estuvo preso por narcotráfico y organizó peleas de boxeo en la cárcel con La Mole Moli: “Me hacen parecer un Pablo Escobar”

Mario Baldo (derecha) en una largada (Prensa Rally Argentino)

La noticia estalló y generó un cimbronazo en el automovilismo local. Se trató de los tres Hyundai i20 NG R5 que hace dos semanas llegaron desde Chile e iban a correr en el Rally Argentino (RA) y en el control fronterizo en el Paso Internacional Cristo Redentor saltaron irregularidades en la documentación. Se investiga una posible maniobra de contrabando por más de medio millón de dólares que fue detectada por la Aduana. Infobae habló con algunos de los involucrados y uno de ellos, Mario Baldo, tiene una historia casi de película. Pasó por la cárcel, es empresario y ahora, sospechado.

Baldo iba a correr uno de los autos junto a su hijo Santiago. El tercero era para el múltiple campeón de rally, Federico Villagra, quien acaba de cerrar su vínculo con Ford al cual representará en el Rally Cross, una categoría que corre con autos parecidos al rally, pero sus eventos se realizan en circuitos cerrados y en disputas mano a mano.

Baldo explica que “hay un lazo de amistad con el equipo Point Cola Racing de Alberto Scuncio que dejó de correr con Hyundai, marca con la que estuvo tres años e incluso vino Dani Sordo (piloto del Mundial). Al cambiar a Skoda, quedaron los Hyundai vacantes. Él agarró la distribución de Hyundai para Sudamérica y armamos un proyecto conjunto e invité a Federico Villagra a correr en el equipo y la idea era correr esos autos en el campeonato argentino. En contraprestación nosotros nos encargábamos de todos los gastos que tuviera el equipo Point Cola Racing en la Argentina porque tenemos taller, rolo (donde se prueban los motores), mecánicos y semis (camiones). Le hicimos esa propuesta a Alberto Scuncio y le pareció bárbara. Los autos salieron del país y al reingresar por este sistema (de importación) temporal que es usado desde añares, desde la época de los Subaru, Mitsubishi del N4 (fines de los noventa y primera década de 2000) y lo usa actualmente el TCR (categoría de pista de autos de turismos), el control del paso Cristo Redentor consideró que era raro que no hubiera una contraprestación dineraria por el tema de los autos, siendo que los autos entran en carácter temporario, como los repuestos. Lo que les pareció sospechoso a la Aduana es que los autos entren en comodato. Para garantizar que los autos vuelvan a Chile te piden una caución y eso es lo que hice yo. Yo soy productor agropecuario, aeroaplicador, presentamos todos nuestros recibos de ganancias, todo lo que producimos porque somos unipersonales”.

“Es un ingreso temporario y no se tributa nada y como lo único a lo que uno se compromete es a sacar los bienes porque son propiedad de otro país, la Aduana pide un seguro de caución de un millón de dólares que lo conseguí por medio de uno de mis sponsors, Río Uruguay Seguros, que es un aval para garantizar que en siete u ocho meses esos autos salgan del país. Si nosotros no sacamos los autos en tiempo y forma del país, se ejecuta la póliza del seguro”, agrega.

El grupo del Bouwer Box en el penal. En el extremo derecho está La Mole Moli, a su izquierda Baldo y delante suyo la Garza Funes
El grupo del Bouwer Box en el penal. En el extremo derecho está La Mole Moli, a su izquierda Baldo y delante suyo la Garza Funes

En 2009 Baldo fue condenado a 12 años de prisión efectiva por ser considerado partícipe necesario de contrabando calificado de estupefacientes agravado por el número de personas intervinientes y por el empleo de un medio de transporte aéreo en vuelo no autorizado. “Apareció mi nombre que me remite a un hecho del pasado del cual pagué mi error. Ocurrió cuando mi hijo tenía 5 años y ahora tiene 20. Pero no reniego de mi pasado: yo tenía una empresa de aeroaplicaciones de fumigación y en ese momento se nos culpó de que habíamos usado un avión nuestro por un producto que se encontró dos meses después”, recuerda.

Me hacen parecer un ‘Pablo Escobar’ o un ‘ogro’ y soy un ‘gringo’ del campo y me gusta la actividad del riego y por eso soy aeroaplicador. Tuve un error en mi vida que lo pagué. Me equivoqué al mandar a la persona equivocada a llevar el avión al taller, seguramente tuve un error. Tuve mucho odio de lo que me pasó en esa época. Traté de generar resiliencia en los ocho años que estuve preso. Fui un chivo expiatorio. Pero sirvió mi paso por la cárcel porque me permitió entender más a la sociedad. No pesa el haber estado preso, sí que mis hijos sientan vergüenza de su padre”, sentencia.

Sobre aquel episodio en particular esgrime que “tenía una empresa de aeroaplicación y taxi aéreo. Mandamos un avión y supuestamente ahí se trajeron 400 kilos de marihuana. Un avión fue a un taller en Corral de Bustos y a los dos meses encontraron en Rosario en un baúl de un auto 400 kilos de marihuana y dijeron que eso que estaba en ese auto lo había traído mi avión y por eso me pusieron como partícipe necesario. En ese momento la Justicia de Córdoba me propuso colaborar para darme la libertad y yo en esa historia no iba a entrar porque iba a estar en riesgo mi familia y aparte yo no sabía cómo colaborar porque no había sido parte de eso”.

La vida en prisión

Mario estuvo ocho años preso y en la Cárcel de Bouwer. La experiencia fue dura, pero él rescata lo positivo y afirma que encontró su “función en el universo”. Ayudó a otros internos y promovió actividades para que pudieran adquirir o potenciar un oficio. Él estuvo a cargo de un taller de herrería y también armó un gimnasio con la ayuda de su amigo, Fabio “La Mole” Moli. “Cuando corría en el rally cordobés, a La Mole Moli lo llevé a dar una vuelta en el auto de carrera y en ese momento se formó una amistad. Cuando estuve en Bouwer, me comuniqué con él para que me ayudara a organizar dentro del penal el boxeo. Él en ese momento estaba muy caído en imagen. Yo tenía un sponsor mío de las carreras que puso el dinero para que organicemos el boxeo dentro en Bouwer. A la semana Moli va al Bailando por un Sueño y el Juez Pérez Villalobos, dijo ‘si viene La Mole Moli en persona y me lo pide en mi despacho, yo autorizo el boxeo en Bouwer’. Lo llamé y le dije, ‘Moli, esto depende de vos. Tenés que ir y contarle esta locura que tenemos con la Garza Funes’, que es un boxeador que estaba con nosotros”, relata.

El gimnasio que armaron en la cárcel
El gimnasio que armaron en la cárcel

“Trabajábamos en la herrería, armamos el gimnasio, La Mole habló con Pérez Villalobos y arrancó el ‘Bouwer Box’, como lo llamamos. Fue la primera vez que en un penal se hizo boxeo y se hicieron tres peleas que cubrieron los medios. Eso motivó a que muchos presos se engancharan y se armó la escuela de box”, agrega.

“Encontré mi razón de por qué estaba ahí. Si bien uno de mis aviones estuvo involucrado en el tema yo nunca había participado de nada. Una vez en la cárcel fui entendiendo cómo pasaron las cosas porque estuve con los otros dos que fueron presos por esta causa. Si bien no había muchas pruebas, encontraron un depósito de 10 mil pesos al piloto, pero era porque él trabajaba para mí en el servicio de fumigación. Fue todo mediático y se hizo una gran bola y me la tuve que aguantar. En ese momento yo había cobrado dos millones de pesos que en ese momento era mucha plata y mirá si iba a hacer un viaje de marihuana por 40 mil pesos. Hubo una exhaustiva investigación y se demostró que todos mis ingresos eran legítimos”, confía.

Desde su ingreso en el penal tuvo diversas historias que lo marcaron y le permitieron conocer ese mundo: “Cuando entré en la cárcel me pusieron con un chico que escuchaba todo el día la radio. Pasaron un par de días y me la banqué hasta que le dije, ‘así no podemos seguir, acá necesitamos silencio’. Me dijo, ‘no hay problema señor, la apago de noche y de día la prendo para dormir’. Un día le pregunto, ‘¿che, loco, por qué no podés dormir sin la radio?’ Me dijo, ‘sabés lo que pasa, es que a mí me criaron en una pieza de dos metros por dos metros. Ahí vivíamos con mi mamá y mis hermanas. Teníamos separada la pieza en cuatro con unas sábanas. Yo escuchaba ruidos raros y un día corrí la sábana y vi a mi mamá con un hombre. Así fue mi niñez, viendo hombres que pasaban con mi mamá y mis hermanas. Hasta que un día cayó uno que dijo ser mi padrastro y me preguntó, ‘¿pendejo, cuantos años tenés?’ ‘13 años’, le respondí. ‘Listo, vos vas a llevar los revólveres’ y salíamos a robar. Muchas veces me llevaron preso entre los 13 y los 18 años, pero siempre me largaban hasta que una vez no me largaron más. Entonces me crié de chico escuchando la radio’. Como esa hay cientos de casos”.

“Había uno que le decíamos Papucho al que le dieron ocho años por robar una media res porque paró un camión en un barrio pobre que se llama Bajo Pueyrredón. Él vio cómo bajaban la carne y se llevó la media res para la casa. Robo calificado. Dentro de la cárcel era un Dios, afuera no era nadie y entonces para volver a entrar robaba cualquier cosa. Adentro era respetado y tenía una vida más digna de la que tenía en la calle. Un día lo encontré en la calle limpiando vidrios de los autos y le digo ‘¿qué hacés acá?’ ‘Estoy viendo si veo algún cuero’, que ellos le dicen así a las carteras’”, añade sobre otro de los internos.

Pero hubo uno que lo marcó: “El sistema penitenciario anda bárbaro adentro, lo que falla es cuando la gente quiere reinsertarse. Cuando armamos el taller de herrería éramos 7 y terminamos siendo 156. De esos había mínimo 50 que tenían la voluntad de salir y que le dieran una oportunidad. Uno de los chicos era un gran soldador. Ya afuera, un día me llama y me dice, ‘Mario, voy a tener que volver a la cárcel. Estoy cansado del Patronato de Liberados que me mienten y nunca me van a dar para comprar una soldadora. Laburo de lunes a viernes y me echan todas las semanas porque se enteraron que estuve preso. Mi mujer volvió a prostituirse para mantener la casa. En la cárcel me lo podía aguantar, pero en libertad yo no me podía permitir que mi mujer se siga prostituyendo y voy a salir a robar de vuelta’. Volvió a delinquir, mató un policía y tiene prisión perpetua”.

Mario Baldo en acción con el Hyundai (Prensa Rally Argentino - Lucas Martínez)
Mario Baldo en acción con el Hyundai (Prensa Rally Argentino – Lucas Martínez)

Autos importados

El Rally Argentino cumple 43 años esta temporada y es uno de los campeonatos más fuertes de la región debido a la calidad de pilotos y autos. Se corre en varios rincones del país, pero tiene su epicentro en Córdoba, que fue sede de 35 de las 39 carreras del Campeonato Mundial de Rally (WRC) en nuestro país, cuya última visita fue en 2019. Este año no hubo acuerdo económico y se espera que retorne en 2024. Pero el prestigio del certamen nacional llevó a que varios competidores de países limítrofes se sumaran al certamen nacional. La categoría tiene una gran tradición y busca recuperar su mejor nivel. Pero para pegar un salto de calidad en junio de 2019 se aprobó la incorporación de los autos de clase R5 que son los que corren en la segunda divisional del Mundial de Rally, es decir, la “Fórmula 2″ del certamen ecuménico.

“Estos autos no se fabrican en Argentina y son traídos desde Europa para correr por un tiempo y se devuelven. Corren en la segunda categoría del Mundial. Entran mediante una importación temporal que es un por un año y se hace un proceso por aduana”, afirma un conocido preparador. Se generó mucha expectativa porque los corredores locales y de la región iban a poder competir con los mismos autos del Mundial y esto les permitía medirse de igual a igual a los pilotos internacionales en las fechas del WRC en la Argentina, en la clase R5. Pero el delicado contexto económico más las cuestiones impositivas y aduaneras del país complicaron a los pilotos argentinos para poder importar los autos directamente desde Europa. Esto llevó a que los ingresaran por países limítrofes. Con un dólar más elevado, los equipos chilenos, uruguayos y paraguayos fueron los socios perfectos para que los argentinos pudieran ingresar los autos mediante el régimen temporal de importación.

Chile tiene un fuerte certamen local y este año volverá a tener una fecha del WRC, que desde 2019 no corre en la Argentina. Desde el país trasandino llegaron los tres Hyundai cuya documentación no estuvo en regla en el control de la Aduana. Son propiedad de la familia Scuncio, Alberto y sus hijos Javier y Martín, que en 2020 fue campeón de la especialidad R5 en el RA con un auto de esa marca. Infobae habló con Javier, pero aclaró que de momento no quiere hacer declaraciones públicas.

Control de la Aduana y AFIP sobre los autos de rally

Los autos los iban a correr Baldo, su hijo Santiago y Villagra. “La Aduana te pide una carta de presentación y la licencia del piloto. Como nosotros arrancamos con el proyecto en octubre/noviembre, quedó su nombre, pero en diciembre él (Villagra) tuvo el acuerdo con Ford y se fue a trabajar a Pinamar”, cuenta Baldo.

Villagra, por su parte, sostiene que “era un proyecto que viene de hace unos meses atrás para ver qué podía correr en 2023. Después se me abrió el juego para estar nuevamente con Ford y en la última semana de diciembre pude volver vincularme con ellos. Cuando empecé estas charlas (para correr con el Hyundai) en ese momento no tenía esta opción (la de Ford)”.

“Estos autos ya estuvieron acá y los corrieron los Scuncio todo el año pasado”, asevera el Coyote, el piloto más laureado a nivel nacional con 21 títulos. El podio lo completan otro ídolo del rally, Gabriel Raies (17) y Juan María Traverso (17). “Lamentablemente en esta historia apareció mi nombre y me la tengo que fumar”, asevera el cordobés que en esta temporada correrá en el Rally Cross con un Ford Fiesta.

El presidente de la Asociación Civil Rally Argentino (ACRA), Fernando Scarlatta, le dijo a Infobae: “Es una situación puntual que entiendo se solucionará en la medida que lo solicitado por las autoridades sea presentado en tiempo y forma. Estimo que los responsables del equipo siguen el curso de las observaciones marcadas y espero se pueda arreglar”.

Fernando Scarlatta, el presidente de la categoría (Prensa Rally Argentino)
Fernando Scarlatta, el presidente de la categoría (Prensa Rally Argentino)

En tanto que este miércoles hubo una reunión entre la categoría y la Dirección General de Aduanas (DGA) para evitar futuros inconvenientes: “Estuvimos reunidos en Buenos Aires con parte del cuerpo técnico de DGA y asesores en la misma materia de la categoría; identificamos la problemática a solucionar y comenzamos un trabajo al corto y mediano plazo para pulir y encaminar todos los temas analizados”, explica Scarlatta.

Nos dejaron claros los requerimientos necesarios para la actividad. De ahí en más, la parte técnica de la categoría y de cada equipo en particular va a hacer todo lo que sea necesario para que no haya demoras ni dudas en los trámites pertinentes”, aclara.

La clase R5 del Rally Argentino es una de las que más autos de esa especialidad tiene en el mundo. “Algunos autos seguro que están en el país y otros estarán en su lugar de origen realizando los services pertinentes”, apunta Scarlatta. El campeonato tiene diez fechas y arrancará el 23 de febrero en General Madariaga. Luego de lo ocurrido con los Hyundai se puso en estado de alerta a la principal clase del campeonato nacional.

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